Agua, sal y aceite (de oliva)



Vamos a la cama (hay que descansar)

Juan sorbe su cerveza y medita, con la mirada fija en el cigarro que se consume, cual va a ser su próximo movimiento. No debería ser una decisión difícil (la barra esta llena de pelmazos, la camarera no le da bola, son las dos y pico de la mañana y tiene algo de sueño), pero ya se sabe: uno quiere vivir aventuras y la vida te da sorpresas, si te pilla despierto.

Así que decide darle otro sorbo a su cerveza y esperar. Si estuviéramos a su lado y le preguntáramos:

- Juan, ¿qué estás esperando?

Juan no sabría qué contestar.

---X---

A Claudia le toca de mañanas, pero son las dos y media y no puede dormir. A veces pasa.

Sale de la cama y enciende un cigarro maldiciendo el segundo café con leche que tomó con Laura a media tarde. Siempre me pasa lo mismo, piensa, nunca aprendo. Ni siquiera tengo sueño.

Roy, su perro, se incorpora y se acerca moviendo el rabo, lame su mano buscando caricias. Claudia piensa un instante y dice:

- ¿Vamos a la calle?

Son las palabras mágicas. Roy se tensa, mira a Claudia y le pregunta, sin palabras, si está hablando en serio. ¿A la calle? ¿Ahora?

- ¡Vamos a la calle! -contesta Claudia. Roy sale corriendo hacia la puerta, feliz.

---X---

Juan termina su cerveza y asume lo obvio: aquí no pasa nada, aquí no hago nada. Se despide de la camarera con un cuídate guapa y sale del bar.

Decide pasear por la zona. Encuentra calles anchas y bien iluminadas, y mucho silencio. Hay muchas ciudades en esta ciudad, piensa Juan. Encuentra una plaza con unos pocos árboles y algún banco. No tengo prisa, nadie me espera. Se sienta y enciende un cigarro.

---X---

Claudia abre la puerta y Roy, impaciente, baja las escaleras corriendo. Al llegar abajo Claudia descubre el portal abierto (¡vecinos!) y ni rastro de Roy. Sale a la calle y lo busca con la mirada.

Ahí esta, no muy lejos, dejándose acariciar por un hombre que fuma sentado en uno de los bancos de la plaza. No parece estar molestándole.

- ¡Roy, ven aquí! -grita Claudia.

Roy la mira y se acerca al trote, se mete entre sus piernas. Claudia le ata la correa al collar.

---X---

¡Qué perro más simpatico!, piensa Juan. Debería comprarme uno.

La mujer y su perro se acercan, y el perro hace ademán de ir hacia Juan, pero sus intentos se quedan en eso, en intentos: la mujer lo sujeta firme a su lado. Manteniendo la distancia dice:

- Perdone, el portal estaba abierto, Roy se me ha escapado.

- No ha sido nada -contesta él.

Juan da una calada y se levanta, se acerca al perro y le acaricia el morro. Roy contesta mostrando su alegría.

- Es un animal muy cariñoso -dice Juan-, tiene usted suerte.

- Si, Roy es un encanto. Gracias -contesta ella, sonriendo.

Juan y Claudia se miran. Entonces Juan dice:

- Cuide de él.

Dice:

- Tengo que irme.

Y:

- Buenas noches.

- Buenas noches -contesta Claudia.

Juan se marcha, da otra calada. Unos cuantos pasos más tarde y sin dejar de caminar mira hacia atrás, y descubre a Claudia y a Roy observando cómo se aleja. Los tres se sonríen.

---X---

Unas horas más tarde amanece, otra vez.